¿Alguna vez has tomado una decisión loca? ¿u optado por esa opción que nunca antes habías, si quiera, considerado? ¿Alguna vez compraste un pasaje el mismo día del viaje y hecho maletas en cuestión de minutos? ¿o aceptado salir con alguien a quien conociste en la fila de Starbucks mientras pensabas que café pedir? ¿Alguna vez te inscribiste en algún curso/programa/taller de la nada? ¿o tiraste una moneda para descifrar tu suerte en lugar de pensar con calma las posibles alternativas que tenias? ¿Alguna vez lo dejaste todo por un sueno que parecía imposible? ¿o cambiaste, de alguna manera, el confort por la aventura? ¿Alguna vez hiciste, dijiste o sentiste algo “porque si”, y te dejaste llevar por tu intuición? Si es que respondiste si a alguna de las preguntas anteriores: bienvenido al club de los tomadores de decisiones locas.
Encantada de conocerte.
Honestamente, creo que los miembros del club son las mejores personas que existen. Y, para poder pertenecer, simplemente tienes que atreverte a vivir sin limites: sin la presión del que dirán, la responsabilidad de complacerlos a todos, el miedo al fracaso o a la incertidumbre, la necesidad de ser perfecto o de pertenecer, las ganas de alcanzar el éxito dentro del territorio conocido, el impulso natural de dejarnos manejar por la sociedad, el consumismo y los parámetros establecidos por estereotipos falsos. No es nada fácil, pero vale la pena intentarlo: una y otra vez, hasta que se convierta en un habito capaz de hacernos repensar las cosas, abrir nuestra mente a nuevas experiencias y posibilidades, crecer como personas y hallarles un sentido trascendente a nuestras vidas.
Si pensaste que esto es un tema profundo, te equivocas. Es un tema importante, simple y directo. Pero, a diferencia de otros, aporta un valor diferencial, así como algunas empresas lo hacen en sus estrategias de marketing. Busca hacerte sentir parte de algo importante y más grande que tu. Busca impulsarte a revaluar tus prioridades, conocerte mas a fondo y testear lo lejos que puedes llegar si tan solo decides cruzar la línea del conformismo y lo “correcto”.
Decidí hablarles hoy de esto porque pareciera que, desde que nacemos, tenemos toda nuestra vida planeada o, al menos, encaminada hacia una dirección especifica. Nunca somos capaces de explorar todas las opciones posibles por falta de recursos fundamentales: tiempo, dinero, conocimiento, motivación, disciplina, salud física o mental, etc. Y, cuando llega el momento de tomar una decisión importante como la típica: ¿Qué debo hacer con mi vida? Nos refugiamos en experiencias ajenas, opiniones de terceros, falsas expectativas y, sobretodo, miedo. La mayoría de veces, nos equivocamos. Y no por jalar una asignatura o un semestre, ser rechazado de algún trabajo o sentirnos solos y desesperanzados. Sino por tener buenas notas, un salario alto en una empresa reconocida y gente que nos quiere y aun así sentirnos vacíos, insatisfechos e infelices. Porque seguimos las reglas del juego en lugar de romperlas. Porque nunca nos atrevimos a tomar decisiones locas.
Hay que atrevernos a ser los primeros en lugar de conformarnos siendo seguidores. Hay que cuestionarnos más las cosas e investigar a fondo todo lo que nos interesa. Hay que defender nuestras ideas y perspectivas e invertir tiempo conociéndonos mas a fondo. Hay que, de vez en cuando, comprar un pasaje a ultimo minuto, salir con “desconocidos”, confiar en nuestra intuición y seguir el camino que nos llena, a pesar de que sea poco convencional. Hay que sentirnos completos con nosotros mismos, capaces de alcanzar cosas grandes, nuevas, diferentes. Hay que aportar, a través de nuestra esencia y autenticidad, algo valioso al mundo mientras estamos aquí. Hay que tomar decisiones locas.
Muy locas.
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